sábado, 26 de diciembre de 2015

Historia de Navidad.

Hay historias para cada época del año y yo creo que para cada día también. Historias de amor, de horror, de suspenso y de ficción. Cuando se trata de escribir estas historias hay muchas formas de comenzar y de terminar, pero ésta quedará tradicional y como muchas otras.

Había una vez una niña que soñaba con ser detective para poder atrapar a los malos, ella quería poder ayudar a las personas que lo merecían y castigar a los que atacaban a la gente buena. Veía muchos programas sobre policías y leía muchas novelas policiales, le encantaban. Como toda niña inocente, en sus inicios creía en Santa Claus, un hombre bueno que daba cosas buenas a los niños que lo merecían y carbón a los niños que se habían portado mal. Para ella, este personaje era como un detective que sabía todo sobre los niños, y así podía recompensar y castigar según lo que merecieran.
Al crecer se dio cuenta que la vida no es así, que la justicia divina no existe y que al final son los malos los que reciben las recompensas y los buenos son los castigados. Esto lo aprendió de la forma más siniestra.

Ya era una mujer que se había convertido en doctora y así podía ayudar a la gente que lo necesitara. Tenía una hija de 3 años y vivían felices con su esposo en un suburbio alejado de la gran ciudad.
En el día de navidad su esposo estaba de viaje por lo que lo tendrían que pasar sólo su linda hija y ella en la gran casa. Ya era tarde y su hija estaba por dormir, habían cenado pavo y hablado con el padre por video llamada, pasando una buena navidad. Mientras la niña correteaba y la madre arreglaba sus cosas para dormir, escuchó un ruido que venía del patio. Dejó a la niña corriendo mientras ella se aseguraba que no era nada lo que estaba en el patio, y así fue, comprobó que no era más que un gato que pasaba y había dejado caer unas plantas. Cuando regresó su hija no estaba, ella desesperada comenzó a buscarla y a hablarle, cuando la niña no respondía sus desesperación aumentó y comenzó a gritarle, buscaba y buscaba por toda la casa pero no había nada, buscó en cada habitación de la casa, bajo los muebles, sobre ellos y no encontraba a su niña. Finalmente encontró un pequeño calcetín que la niña usaba ese día, estaba cerca de la cocina. Cuando lo levantó notó que tenía sangre y que el suelo estaba lleno de sangre, su terror aumento mientras un escalofrió le recorría desde los pies, subía por sus piernas y su espalda y terminaba en la parte alta de la cabeza erizando cada vello de su cuerpo. Trató de girar y correr a buscar a su hija pero ya era tarde, la tomaron por la espalda aprisionándola y tapándole la boca para que no gritara, no podía ver quién era el que estaba haciendo eso, pero si podía sentir su barba y su gran estomago que rozaba su espalda y cuando forcejeaba unas campanas sonaban.
Una voz le dijo al oído: -Jo jo jo, feliz navidad. Tu hija será un bonito recuerdo, y recuerda portarte bien para que esto no vuelva a pasar, cuidado con lo que haces pues todo regresa.
Al escuchar estás palabras lanzó un grito que se escuchó por todo el suburbio, su hija corrió hacia ella. Ella se tranquilizó y se dio cuenta que había sido nada más que un sueño, abrazó a su hija muy fuerte y le dijo cuanto la quería, que esa noche iba a dormir con mamá, lo que puso a la niña muy feliz.

Entrada la noche y cuando estaban ambas dormidas, un fuerte ruido la despertó, venía del patio.

Así que no olviden cerrar muy bien las puertas y las ventanas, y si tienen chimenea recuerden taparla muy bien, así evitarán visitas no deseadas, felices fiestas.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Un día en el paraíso.


Era un lugar sucio y deteriorado en donde los de bajos ingresos y menos educados pueden ahogar las penas y devorar los deseos más ocultos. Las mancuspias de las que hablaba Cortázar corrían por el lugar como si fueran los dueños. En la esquina un hombre sentado, como estatua, que yacía ahí volando con una heroína prohibida hacia el más allá, en donde los sueños olvidados y las metas destruidas bailan juntas y puedes llegar a ser quien sea y hacer lo que quieras, al menos mientras danzas con ella. Al entrar se sientan en la mesa exclusiva del dueño de este pedazo de paraíso terrenal, un antiguo amigo del colegio que gano este lugar en una apuesta. Al sentarse se acerca una pequeña princesa, esbelta y de cabellos lisos y oscuros, con ojos como alguna galaxia lejana y que el ser humano no ha visto aún, apenas 11 años y ésta pequeña princesa ya tiene sus aspiraciones rotas, al igual que su himen, rotos el mismo día por el dueño de este lugar que es el segundo círculo del infierno.
Piden un par de cervezas y hablan con el demonio mientras la espuma burbujeante desciende por el vaso helado, repleto de néctar de los cielos.
La noche transcurre y las cervezas van y vienen, la conversación cada vez más estúpida, difícil de entender, sin sentido. Cerveza tras cerveza mientras en el cuarto de atrás el placer desbordante, escondido tras cortinas de colores llamativos, hombres entran y salen, tomando turnos para olvidarse de la doncella que los rechaza con semejante olor a alcohol, ya sin dinero, sólo con deseo, lujuria. ¡Un verdadero paraíso! Aquí no le importa a nadie cuanto ganas, si eres bien parecido, si apestas, ni quiera si has tomado una ducha en la última semana, que hombre no amaría este lugar celestial en donde ángeles pequeños danzan a tu alrededor con cervezas, el humo denso del cigarrillo te nubla la vista y no puedes ver las cicatrices en sus rostros y cuerpo, claro, el sádico de nuestro amigo así lo quiere, siendo él el responsable de semejante crimen contra la belleza de esos pequeños ángeles en la tierra.
Al llegar cerca la hora en la que los cerdos se acercan para asegurarse que el lugar cierre al público se acercan unos caballeros, con pinta de delincuentes, pero y en este lugar a quién le importa. El administrador pasa un par de dioses verdes en las manos de estos distinguidos caballeros para que alejen a los cerdos azules una noche más, el paraíso no debe descansar ¡Que siga la fiesta!
Luego de que los humos del alcohol llegaran a su máximo nivel, los amigos que estaban sentados en la mesa especial se levantan, claro sin pagar, uno de los grandes beneficios de ser amigos del dueño del agujero del diablo, sin antes darle un gran y largo beso a uno de los ángeles que pasaban cerca mientras sus manos se aventuran a donde tantos otros han estado antes. Es hora de irnos, es hora de descansar, colgar el placer por un instante, dormir bien y regresar mañana, tengo un papel que hacer mañana, mi mejor obra, soy el personaje principal y sin mí no se puede hacer más, después de todo ¿Qué es una familia sin su cabeza?

viernes, 20 de noviembre de 2015

Oda a la locura


Mi relámpago fugaz, cuantas de mis páginas, cuantas letras llevan tú nombre,
Escrito por mis dedos desnudos, pero con otras letras.

Mientras florece la semilla de lo más hermoso
Que da la tierra, los sueños de los niños nacen, y el pasado
De los mayores resplandece.
La montaña más alta penetra la tranquilidad
Del horizonte quedo,
Mientras gasto mis dedos en ti.
Escribo para ti, cual si fueras mía, pero no nací para conformarme,
Poetas tercos que gustan de amores pasajeros
Que no tienen fuerza de mantener, culpando al amor,
Al destino, y a los dioses, torpes incapaces y
Débiles de amor.

Cómo la raíz del roble has entrado en mí,
Y te iras hasta que quieras irte,
Volando con las alas que he tejido para ti, con mi amor,
Con mi lujuria, con mi piel, con mis letras.

En mis sueños vi a tu Dios, y me dijo que había nacido para ti,
Le presenté al mío. Torpeza al hablar, cuando lo conoció, caminó
Por el sendero de la locura por una vida. –Oh débil Dios -dije-
No sabes que la locura es eterna, ella es declarada en mi dios,
No he conocido a otro.

Su sonrisa vuelve locos a los hombres y sus ojos los hacen soñar
Una eternidad, mi Dios, oculto en ti está,
Mi diosa, por lo que mis manos he de desgastar
Y mi corazón destinado a perecer con ella.
Feliz a su destino no esperado, encontrarme con ella en la eternidad,
Nunca mía, siempre suyo.

El gorrión matutino despierta pensando en ella,
Se aloja en mí y sólo  sale para cantar alabanzas de guerra,
Para la diosa de la locura, mi musa que nunca lo será.


viernes, 6 de noviembre de 2015

Miedo a la oscuridad.


Cuando eres un empleado en una cocina, la oscuridad se vuelve tu amiga. Todos los días me despertaba alrededor de las 3:00 am, no hay más luz que la de mi habitación a esas horas. Luego al salir a la calle te acostumbras a las sombras extrañas, a caminar y escuchar únicamente tus pasos, muchas veces el eco te juega una mala pasada y crees que te siguen, que hay algo atrás de ti, persiguiéndote, para comerte, devorarte. Juegos de niños. Aprendes a ignorar las sombras moverse a tu alrededor, a pasar inadvertidas las miradas que te persiguen, a las ramas de los árboles que como garras quieren apresarte con sus sombras, al llanto de bebes a lo lejos, de risas estridentes, de personas corriendo, pocos lo entenderán.

Un día cualquiera caminaba y escuchaba que me seguían, eran los zapatos nuevos con suela dura que hacían crujir el suelo, cada pequeña piedra retumbaba en el silencio de la madrugada. Había escuchado muchas cosas en mis años en esa cocina, pero nunca lo que escuche ese día. Una voz muy leve, como una brisa que pasa a tu lado como si nada… -Corre- me dijo. Me detuve por un momento, pues nunca había escuchado una voz, trate de escucharla nuevamente… nada. -Corre tonto- me detuve nuevamente para saber de dónde venía la voz, busque en derredor mío y no había nadie más que oscuridad, luego escuche una risa a lo lejos, muy estridente. Volví mi vista y no vi nada. Unos pasos se escucharon a lo lejos, como si alguien comenzara a correr, y unos cascabeles, cómo si la persona que corría estuviera cubierta de cascabeles, y corría, corría hacia mí. –Corre- nuevamente. No había que pensar más, comencé a correr como un poseso hacía el lado opuesto de los cascabeles, corrí como nunca, los cascabeles se acercaban, los pasos se hacían más fuertes, se acercaba, lo pies enormes tras de mí, de nuevo… Luego de un momento comencé a cansarme, el tabaco, el alcohol, el desvelo… Los cascabeles sonaban cada vez más fuerte, escuchaba su respiración atrás de mí, cansada pero hambrienta, y sonreía, no sé cómo, pero lo sabía. Una sonrisa enorme, roja, con carcajadas. Trate de seguir, con mi último aliento llegue a la parada del autobús, nadie estaba, escuchaba las cascabeles y las pisadas cada vez más cerca, cuando lo vi… mi salvación, un autobús venía, corrí hacia él y salte dentro. Por supuesto nunca nadie me creyó, desde ese día le temo a la oscuridad, y a lo que contiene.

viernes, 23 de octubre de 2015

Mi perdida.

Algunos días alucinaba, otros días pensaba que todo era un sueño y había otros en los que nada pasaba, eran de lo más aburridos. Siempre estos pasaban cuando me sentía "feliz", aburridos. Muchas veces creía que ella no era más que una alucinación más, que luego de tantos sueños mal soñados al fin estaba cerca, pero que no era real. Trataba de verla a diario incluso en los días aburridos, pero ella los hacía "felices" y nada más pasaba. Otras veces ella no aparecía, se iba con las fantasías que ella misma imaginaba.

Luego de varios meses comencé a convencerme que era real, que mis alucinaciones iban desapareciendo, que todos los días eran "felices", comencé a creer que ella era lo que necesitaba. Empecé a perder mucho de mi, no salia más, no leía más, no escribía más, y las cosas que antes me hacían "feliz" se tornaban grises si no eran acompañados por ella.

Llegado el día quería pedirle que se quedara conmigo por siempre, que la quería en mi vida, era mi sueño mezclado con realidad que se había colado en mi vida desesperada y monótona. Yo trataba de corresponder, alejándola de esa fantasía que ella también creía real, esa que se tornaba monótona y aburrida. Traté de crear un mundo para ella en el que ambos viviéramos alejados de la cordura del mundo, con tal que ella se quedara conmigo.

Un día por fin creía estar listo, ella era mía, y yo siempre había sido suyo, pero de pronto y de la nada me despojaron de ella, se fue con su fantasía y yo la deje irse. Tomé unas tabletas de realidad, y la alejaron para siempre, mi locura se fue, el desquiciado desenfreno que me hizo escribir tantas veces hasta la madrugada y que con mis manos había dibujado tantas sonrisas, mi locura... Ahora sin ella, ya no soy quien era, soy un cuerdo más en este mundo normal y superficial, estoy obligado a estar acá, tratando de ser "feliz" a diario.
A veces escapo de realidad por "olvido" tomar mi dosis de realidad con agua y logro ver su silueta dibujada en el horizonte, pero luego se aleja y ella regresa a su fantasía. Mi locura... sin ella ya no estoy loco, sin ella, no soy "feliz".

viernes, 28 de agosto de 2015

Adiós

En un día con mucho sol un personaje muy particular salió a pasear. Era particular porque su vestuario siempre desentonaba, su peinado algo escandaloso y su barba descuidada llamaban la atención de todos, su personalidad era todo lo contrario pues muy callado que era, obstinado e iracundo.

Mientras paseaba por un parque notó un camino que antes no había notado por estar distraído viendo otros lados del hermoso paisaje que se le presentaba a diario en sus caminatas. Decidió adentrarse en el camino para poder conocer lo desconocido y explorar lo inexplorado y así tener un camino más que recorrer para variar un poco el rutinario camino, que a pesar de ser placentero y relajante ya se tornaba un tanto monótono. Comenzó a recorrer con un paso lento aquel camino, se mostraba pacifico, taciturno como él mismo, tentador. Mientras caminaba vio ciertos pájaros que no había visto antes, algunas flores grandes y arboles de bellos follajes coloridos. Lo deleitaban los olores que se ofrecían en aquel lugar olvidado, olvidado por él pues nunca lo había notado, mas no por la naturaleza que se había aprovechado del descuido del conquistador para recobrar el espacio que le pertenecía.

Recorrió aquel camino melancólico, -el camino no él- por algunas semanas, en las cuales como quien oye pero no escucha, no había notado un pequeño estanque que se encontraba a la izquierda, cerca de unas bancas alejadas del camino, que se albergaban bajo la sombra de un Arce enorme que se encontraba cerca del estanque. Se acercó y se sentó en una de las bancas, en donde a lo lejos notó a un cardumen de peces que nadaban por el estanque muy lejos. Se quedó viéndolos por vario rato hasta que notó que uno de ellos se separó y se acercó a la orilla, eso claro lo sorprendió dado que es muy extraño que un pez se separé de su cardumen y se acerque a un espécimen tan particular y extraño. El pez lo vio y luego se alejó, nada interesante que ver, uno como otros muchos más.
Así pasaron otras semanas, en las que el espécimen particular se acercaba a ver a este pez diferente, único, especial. El pez cada vez notaba más a este invasor, había algo en él que le agradaba, su insistencia tal vez.

Al cabo de unos meses de obstinadas visitas, el pez se acercaba cada vez más a su amigo extraño, hasta entablaron amistad, incluso el singular espécimen alimentaba a su amigo pez, el cual le agradecía con atención que otro pez no le daba -y claro que él no las quería de otro pez, puesto que no había otro igual- por lo que continuaba llegando. Un día el hombre del peinado extraño le dijo a su amigo pez:
-El día que me faltes, me faltará más que un amigo, me faltará una parte de mi mismo -A lo que el pez le respondió-
-Por ningún motivo pienso irme de acá, me agrada y he encontrado un amigo que me alimenta.
Y terminó su corta conversación.
Un día luego de tantas charlas amenas entre amigos, el pez le dijo al hombre de la barba:
-Debo irme de aquí, nos moverán a un lugar más grande y podremos nadar mucho más.
-Dijiste que nunca te irías -Respondió el hombre-.
-Lo dije con el mismo miedo de este día llegara, no lo deseaba así, pero llegó.
-Entonces te visitaré en tu nuevo hogar.
-Está muy lejos de aquí, no podrás.
-No me conoces, soy muy terco, insistiré, a menos que no quieras que lo haga.
-No lo hagas, y adiós.

Así fue la despedida de los dos amigos que compartieron más que su vida en unos pocos meses de amistad, se separaron por un largo rato, esperando que el pez nunca terminará en la comida de alguien, y que el hombre no terminara flotando en algún estanque. Y así pasaron su vida, esperando nada más, sin vivirla, sólo esperando, con miedo, aunque sanos, un tanto distantes, un tanto muertos, esperando. Aquel hombre trató de buscar a su amigo, pero este al no querer ser encontrado, dejó muchos obstáculos para no ser encontrado.

sábado, 18 de abril de 2015

Nacimiento

No sabia a donde estaba, sólo escuchaba gritos, oraciones y plegarias, maldiciones. No veía nada; estaba en la completa obscuridad escuchando la desesperación de miles de personas, no sabia que pensar o que hacer. No pensé en rezar pues no sabia a quién tendría que hacerlo con tanta gente a mi alrededor. Siempre pensé que después de la muerte no había nada, no hay cielo, no hay infierno, ni purgatorio esperando a castigarnos o recompensarnos por lo que hemos hecho a lo largo de nuestra vida mortal. Creí estar en una especie de espacio flotante en donde no había arriba o abajo y lo que único que estaba ahí era yo. Tal vez las demás personas estaban en su propio espacio y se conectaban con el mio, o estaban contiguos, pero no lo podía saber con certeza pues en mis intentos de moverme no logre alcanzar nada, no sentía nada a mi alrededor.

Luego de unas horas o eso podría pensar yo, puesto que había perdido toda noción del tiempo, comencé a desesperarme y sentir un sudor frío en mi cuerpo ¿Sería esto el final, la gran nada que espera luego de la muerte? Tal vez un infierno o un purgatorio no era tan mala idea, pues estar sin sentido, sin poder ver, tocar, probar ni oler y simplemente escuchar desesperación no era nada agradable, comenzaba realmente a encabronarme. ¿O sería este mi infierno, esperar sin tener nada más que esperar?

De pronto una luz enceguecedora me turbó de mis cavilaciones, era tan fuerte y resplandeciente que mis ojos no pudieron soportar un pequeño instante y tuve que cerrarlos. La luz se mantuvo fija por otro par de horas y yo aún no podía abrir los ojos. Estaba igual que antes sin poder sentir, ver, oler o probar nada, las voces se escuchaban aún y no había cambiado nada ¿Qué clase de lugar era este?

De pronto una explosión enorme, ensordecedora, luego de esta, deje de escuchar, pero el brillo de la luz disminuyo y logre divisar un poco. Vi como galaxias completas pasaban a mi alrededor, vi como se formaban los planetas y las estrellas, vi como la vida comenzó, pero no podía escuchar nada, no podía sentir nada, no podía probar nada. No sentía nada por la vida que se creaba o se extinguía, no eran para mi más que segundos eternos, una tortura y nada más, no sentía aprecio u odio, amor o compasión, no eran nada para mi. Intente gritar pero fue inútil. Mi único sentido o lo que quedaba de el era mi vista, lo único que podía hacer era ver como la vida florecía y se extinguía en cada planeta sin poder hacer nada...

domingo, 22 de febrero de 2015

Carta de un pesimista.

Carta de un pesimista.

Hola a todos los que se tomaran el tiempo de leer esto hasta el final, y a todos los que se quedaran cuando lean algo que no les guste.
Primero que nada quiero expresar mi pesar por nosotros la humanidad, que hemos quedado a cargo del planeta en el que vivimos ¿Qué mierda estamos haciendo? Ya basta de fingir que hoy es un buen día y que vamos a sonreír por cualquier cosa y por nada, que todo está bien tal y como está y que vale la pena seguir así. Es hora de darnos cuenta que no todo es alegría, de despertar y ver que no todo son atardeceres, fiestas, familias amorosas y parejas felices. Vivimos en un mundo donde los bebés son violados, las mujeres maltratadas, los hombres esclavizados y los animales arrasados. Esto no va a cambiar rezando, levantándose en la mañana con una sonrisa y haciendo lo mismo que hacemos todos los días, para muchos la actitud es un buen inicio. Pero como vamos a cambiar algo si todo nos parece bien, y perfecto, y feliz.

Quiero en estas pocas letras decirles que nos estamos decepcionando, estamos dejando mal al niño que está a nuestro lado, y peor aún al niño que llevamos dentro. Que pensaría ese niño que quería aventuras y disfrutaba de la naturaleza y que ahora lo único que recibe son imágenes tuyas sosteniendo el teléfono todo el día, que ya no toma ningún libro y ha dejado de aprender, que lo único que haces es buscar la forma más fácil de distraerte de lo mal que estamos; fútbol, música, vídeo juegos, televisión, fiestas. Quiero que sepas que no está mal que disfrutes tu vida, no se trata que te auto flageles para sentir el dolor de una familia africana que no ha comido en 1 semana. A ti que aun sigues leyendo y que te interesa a donde va esto. Despierta, el juego nunca está perdido. Después de ver un partido de fútbol, después de pasar 2 horas escuchando música o jugando, aun puedes tomar un libro, la educación continua es la mejor manera de comenzar. Luego cediendo el paso en la calle, ayudando a la gente. El juego aún no se acaba.

Pero si seguimos por donde vamos, la muerte nos va a meter una goleada. Termino esto diciéndote que la vida no se trata de estar en paz siempre, de sonreír, de tener amor, salud, dinero, amistad. Se trata de luchar, de caer, de rasparse las rodillas, de quebrarse huesos, como cuando eras niño. De molestarte cuando te quitaban tu juguete favorito, de sentir celos, incluso de odiar. Muchos quieren vender la idea que debemos trabajar para los demás todo el día, y otros les dicen que hay que trabajar para uno mismo todo el día. Y si les digo que podemos trabajar para nosotros mismos todo el día y a la vez trabajar para los demás, que pasa si les digo que podemos darnos los lujos que queremos y aun ayudar, cambiar y crecer. El juego se acaba hasta que nosotros lo permitamos.

Para terminar me despido de todos, estamos decepcionando, no lo olviden. Los que quieran sentarse a llorar, los que quieran irse lejos, los que se quieran lanzar del barco, déjenlos. Estamos perdiendo la vida cada vez más rápido, dejemos de decepcionar, comencemos a vivir y a ganar.

F. El pesimista que quiere cambiar el mundo.

Pd. Estamos decepcionando.

jueves, 5 de febrero de 2015

Un tornillo y tres libros parte 2...

Un tornillo y tres libros parte 2...

Las llevo a su casa diciendo que solo pasaría por un par de cosas más antes de ir a la fiesta. Las chicas habían aceptado muy bien el aventon, a parte que el tipo les compraría alcohol, también las llevaría a donde iban.
Bajaron y se encontraron con un edificio viejo de apartamentos sin mayor atractivo que par de jardines en algunas terrazas lejanas, él vivía sobre el estacionamiento directo en la segunda planta, en el primer apartamento frente a las escaleras. El lugar era más grande de lo que parecía, les dijo que se sentaran en la sala mientras él iba atraer algunas cosas a su habitación, les pregunto si querían tomar algo. Las chicas estaban nerviosas por estar en la casa de un sujeto que acababan de conocer y pensaron que un trago no les caería mal, claro que no tomarían nada de lo que había en su casa, sino que beberían algo de lo que acababan de comprar. Él saco hielo y les sirvió un par de tragos de ron mezclado con cola y limón y se fue a su habitación.
Ellas estaban sentadas en un sofá amplio y algo roído por el tiempo, pero a pesar de eso estaba lo suficientemente limpio para que no les causara asco sentarse. Mientras esperaban comentaban sobre el extraño arte que colgaba de las paredes de ese apartamento color rojizo marrón, manchado en algunas partes de un blanco que solo denotaba la humedad y el tiempo y claro los hábitos descuidados de aquel tipo. Que podían esperar, lo más probable es que pasara más tiempo borracho que preocupándose por la apariencia de sus paredes. Habían cuadros de mujeres en posiciones sugerentes, pero sin ser vulgares, todas en blanco y negro. También había un cuadro de James Bond, el James Bond de Sean Connery y uno de una mujer con una sola ceja. Judith daba vueltas en la sala mientras Sara sentada en el sofá se sentía que el mundo comenzaba a darle vueltas mientras recordaba como habían llegado ahí.

-Hola -dijo Judith-.
-Hola. -Contesto él.
-¿Nos puedes recomendar un buen licor? -Pregunto Sara-
-No. -Contesto él de forma tosca, casi como con una especie de gruñido de garganta-.
-Vamos, pareces un experto. -Dijo Judith en forma juguetona-
-Esta bien ¿Qué clase de alcohol buscan -Pregunto él-
-Algo para una fiesta, algo que se pueda mezclar bien y que cumpla con su propósito.
El sonrió.
-Nada mejor que el Vodka para eso, y un poco de Ron les vendria bien.
-Perfecto -Dijeron al unisono ambas chicas- Oye y ¿Cual es tu nombre? -Pregunto Sara-.
-Ángel.
-Que lindo nombre -Dijo Judith-.
-Gracias.

En este momento a Judith le comenzaba a dar vueltas el mundo, -Creo que puso mucho Ron -Pensó débilmente-. Cuando Ángel regresó, Sara estaba completamente dormida, y le dijo a Judith que necesitaba ayuda con algo en su habitación, les iba a pedir ayuda a ambas pero su amiga estaba dormida. Judith al ver a Sara dormida se preocupo, y trato de despertarla.
-Déjala, esta a salvo, ayúdame para poder irnos a esa famosa fiesta -Dijo él.-

Al llegar al cuarto ella cayo fulminada en el suelo. Claro que ninguna de las chicas notó que el había puesto algo más que Ron con cola en las bebidas.
Al inicio no sabia que hacer con ella, parecía confundido, quería hacerlo rápido pero no sabia cómo, en realidad nunca pensó que llegaría tan lejos. Luego se acerco a ella y sintió su olor hipnotizante y adictivo, olfateo su cabello, sus brazos y de repente ella callo,  su blusa se levanto y dejo ver su abdomen que lucia hermoso a sus ojos. Se acercó lentamente y puso sus labios tan cerca de ella que estaba a punto de besarle el abdomen, saco su lengua y en un movimiento ascendente llego hasta donde la blusa se lo permitía. Luego saco una navaja que tenia guardada en la mesa al lado de su cama, hizo un primer corte en ese abdomen que acaba de saborear con resultados adictivos. La sangre empezó a fluir y pensó que no sabia que hacer con la sangre, recordó que un día había ido a un matadero, se le ocurrió colgarla y colocar unos recipientes abajo que harían el trabajo.
Al colgarla tan alto sus ojos quedaron frente a los de ella, se acerco una vez más y ella parecía sonreír, claro ella estaba de cabeza. Continuó con el primer corte hecho en el abdomen de esta niña que tenia frente a él, estaba decido a quedarse con esa pieza única y magnifica que tenia frente a sus ojos, la piel que cubría el hermoso abdomen de esa linda pequeña.

Al terminar de cortar el trozo del tamaño que quería lo coloco a un lado y deicidio que debía de escribir todo lo que veía, los tonos, las sensaciones, los sabores de todo aquello antes que se desvaneciera. Mientras se sumergía en todos esos pensamientos no se percato que estaba sentado exactamente abajo de aquella linda joven, la sangre ya se acumulaba en su largo cabello y de color rojizo. Sentado ahí cavilaba sobre lo que tenia que hacer luego,  la primera gota de sangre lo golpeo en la cabeza, sintió un escalofrío que le recorría desde la frente donde había caído la gota, recorriendo rápidamente su cuello y bajando por su espalda hasta terminar muy lentamente y con un gran poder en sus pies, sintió algo que no había sentido antes. Corrió a traer su libreta y se acomodó bajo la chica para poder escribir mejor.

lunes, 19 de enero de 2015

Un tornillo y tres libros parte 1...




Goteaba sangre por toda su frente mientras escribía, era tibia y espesa. Formaba un charco a sus pies, y al acumularse esa cantidad de sangre en el suelo no se ve roja, se ve purpura, y a pesar de lo que muchos creen, la sangre fresca no tiene mal olor. El olor es casi inexistente, con sabor metálico. Pero al poco tiempo comienza el olor característico que se debe ocultar para evitar la visita de cualquier curioso, por eso debía escribir rápido. Claro en estos momentos que la adrenalina fluye por todo el cuerpo, los dedos se mueven muy rápido y las ideas no necesitan mayor impulso para salir que el goteo constante de sangre sobre la cabeza, en estos momentos algunas personas piensan mucho mejor que otras y él, bueno él era uno de los que mejor pensaba en estas situaciones.
La sangre de joven fluye un poco más rápido, supongo que será porque aún no se han metido tantas tonterías en el cuerpo, y no comen demasiadas tonterías tampoco. Es un poco más clara, sabe mejor.
Generalmente las reces antes de ser cortadas para ser distribuidos, son colgadas en grandes cuartos para que su carne se madure, y que su carne sea un tanto más suave al paladar. Bueno él no pensaba comer la carne de nadie, pero la idea le fascinaba, ver a su victima colgar era casi como una droga para él. Luego que ella estaba en su posición él tuvo una fantástica idea, comenzó a quitar la piel de la joven, trozo por trozo, haciendo pequeños cortes y desprendiendo del órgano más grande del cuerpo una pequeña sección. Le llevo horas desprender toda la piel, al final goteaba mucha sangre, como una lluvia, se coloco abajo de ella y abrió sus brazos viendo hacia arriba, era una sensación poderosa que nunca había sentido. Se sentía libre, poderoso, era Dios.
Ella era una joven de unos 17 años muy linda, inteligente, popular con todos sus amigos, su nombre Judith. Venia de una familia con tenia dinero, le gustaban las fiestas y un poco el alcohol, era deportista y asistía a una iglesia 2 veces por semana, al parecer no tenia nada mejor que hacer.
Se aproximaba la graduación y lo que sería la oportunidad perfecta para festejar con sus amigos con el permiso de todos los padres. Se escaparían un poco antes para comprar alcohol y así subir un poco el nivel de la aburrida fiesta. Los preparativos estaban a cargo de su grupo de amigos, todos se dividieron sobre lo que estaría encargados y por alguna extraña razón Judith era la encargada del alcohol, creyeron que por ser una chica bonita no tendría problemas en conseguir quien le ayudara a conseguir mucho, y así fue.
Fue con una amiga más al supermercado más grande de la ciudad para conseguirlo sin que nadie sospechara, es más fácil pasar desapercibido a plena vista que cuando quieres esconderte, por alguna extraña razón. Entró con su amiga en busca del tonto perfecto, alguien con aspecto patético y necesitado que no necesitara de mucho esfuerzo para engañar. Algunos lo llaman destino, otros suerte, azar o casualidad, muchos pensarían que Dios tiene un plan para todo, pero si ese día el plan era de alguien dudo mucho que sería de alguien que quiere ver bien a sus hijos. Ahí estaba el patético escritor de veinte y tantos años con una barba mal cuidada, pésima forma física, mirada perdida y lo mejor de todo, alcohólico. Como no sospecharlo, el tipo tenia 5 botellas de vodka barato y 6 de cervezas en su canasta y estaba buscando que más llevar. Se acercaron a él cautelosamente.
-Hola -dijo Judith-.
Sin levantar la vista y mientras seguía buscando la botella que completara esa inmaculada colección de alcohol barato. -Hola. -Contesto él.
-¿Nos puedes recomendar un buen licor? -Pregunto la amiga de Judith- Su nombre era Sara, una chica que no se veía opacada por la belleza de Judith, y un poco más juguetona.
-No. -Contesto él de forma tosca, casi como con una especie de gruñido de garganta-.
Era obvio que no podía recomendar un buen licor, sólo compraba lo más barato para emborracharse y escribir mejor, nunca tuvo un buen paladar para su alcohol.
-Vamos, pareces un experto. -Dijo Judith en forma juguetona- Si no comenzaban el juego pronto, nunca iban a conseguir lo que buscaban.
Él levanto su cabeza y observo a esas dos bellas jóvenes pidiendo su consejo, era tiempo de actuar...