domingo, 14 de diciembre de 2014

Tus demonios.

Muchos dicen que el cielo y el infierno no existen, que están adentro de cada quien y que tu haces tu propio cielo y tu propio infierno. Me parece muy bien, pero lo que se me ocurre entonces es que dentro de nosotros habitan los mejores ángeles, y los peores demonios del mundo y que está en nosotros alimentarlos y darles rienda suelta al que más nos agrade.

Hoy es de esas noches en las que no puedo dormir, ya intente por al menos una hora y no logro poder descansar ni un poco. Mi hermano esta al lado con la luz encendida mientras yo trato de hacer algo para dormir, así que tomo un libro para poder distraerme mientras Hipno pasa por acá y me da sus saludos. Leo algo de Holmes, me entretiene y distrae mucho. Pasan un par de horas y mi hermano por fin apaga la luz y se dispone a dormir, yo tomo puesto y sigo leyendo. Pasada alrededor de media hora escucho un ruido fuerte en la cocina, pregunto en voz baja a mi hermano para saber si él escucho pero no responde. Intente seguir leyendo pero simplemente la curiosidad me invadió y no me pude concentrar, así que me dispongo a ir a ver que es lo que provocó ese ruido, un rata lo más probable. Enciendo la luz de las gradas que van hacia abajo, las recorro lentamente para no asustar a lo que sea que haya sido el autor de semejante ruido. Cuando llego abajo camino un par de pasos en la obscuridad hasta llegar al interruptor de la cocina y encender la luz, mientras voy caminando siento unos pedazos de vidrio en los pies, puesto que siendo de lo más precavido del mundo, baje con los pies desnudos. Enciendo la luz y encuentro un espejo en el suelo, quebrado y esparcido por todo el suelo de la cocina. Todas las puertas están cerradas, menos la del baño, todos duermen y al parecer los ruidos no los escuchó nadie, será que me estoy volviendo loco...
Un ruido similar sale del baño e inmediatamente veo como el espejo se quiebra en mil pedazos y caen todos al suelo, que demonios esta pasando en este lugar. Me acerco a ver y la escena es similar, vidrios por todos lados y nada cerca que pudo romper el vidrio, en ese momento veo hacia atrás y noto algo, algo diferente que no había visto antes. Cerca de donde habían caído los vidrios unas marcas como de pasos, enmarcados con vapor o algo similar, como si alguien hubiera caminado con los pies sudados. Van directo a las gradas, cuando me acerco a ver escucho el mismo ruido cerca de la puerta que da al jardín. Veo hacia atrás, los mismos pasos saliendo del baño.

Me detengo a pensar un poco ¿que pasa? escucho un ruido más, viene de arriba, mi cuarto. Esta vez decido no moverme, quiero ver esos pasos venir del jardín, así que me quedo ahí esperando un momento. Entonces lo vi parado frente a mi, sobre los trozos de espejo, era un hombre delgado y alto, de cabello largo y oscuro que no dejaba ver su rostro. Cuando comenzó a caminar vi como se formaban las pisadas, todo el humeaba como si su cuerpo estuviera en llamas. Corrí lo más rápido que pude a mi cuarto, pero cuando iba corriendo recordé que hacia allí iban todas la huellas, por lo que salí corriendo a la entrada principal y poder escapar de ahí. Mientras corría escuche un ultimo ruido salir de la habitación de mis padres, me detuve y camine lentamente pues mi ruta de escape estaba en el camino de los pasos que seguramente vendrían. Y así fue, abrió la puerta de la habitación principal, sus ojos rojos como el fuego mismo, su piel blanca como las nubes y su cabello obscuro como esa misma noche. Paso a mi lado sin notar que yo estuviera allí y cuando pasaba a mi lado dijo:
-Somos libres, todos.
No me moví, me quede petrificado al escuchar esa voz dirigiéndose a mi.
-No tardes.