lunes, 27 de junio de 2016

Noche nublada de luna llena.


Un poco se decía mientras sostenía el vaso con Whiskey y agua que sostenía en su mano izquierda mientras el humo del bar se mezclaba con el olor de casi un centenar de marinos presentes, alcohol, sangre y orines secos que venía del baño que estaba estratégicamente colocado al lado de la barra.
- Un poco más, sé que puedo soportar un poco más-. Mientras recordaba los grandes días de pesca que alguna vez vivió en estas aguas, las glorias en este puerto, del por qué su foto colgaba de la pared del bar. El capitán más joven en ser galardonado con semejante honor. No era el primero en dominar esas aguas, esas tormentosas aguas, pero claro que él quería ser el último, poder, por fin ser el dueño de ese mar tempestuoso de ojos brillantes y engañosos, pero cómo todos los marinos antes que el descubrieron a la mala, y cómo los que vendrían luego de él también descubrirían. Ese mar no era para ser dominado, sólo disfrutado desde lejos.
Quién lo culparía por no querer dejar esas aguas en las que tantas noches disfruto en alta mar, viendo la luna llena grande y cercana, tan cercana que podía contarle sus secretos, sus miedos, aspiraciones y que ella cómo fiel amiga lo escuchaba paciente. Cuando gozaba de sus triunfos y subía las redes llenas, y todos lo alababan por ello, el famoso capitán de 22 años.
Cuando aquella tormenta los atrapo en medio del océano y él y 2 chicos más fueron los únicos sobrevivientes de La esperanza de Tazones, aquel pequeño gran pesqueros de aquel pueblo de Asturias. Regresaron en Agosto a las puertas del festival de San Roquin y el olor a pino silvestre se apoderó de ellos y recobraron la vida al darse cuenta que estaban en casa otra vez.
Porque habría de irse de aquel lugar que le dio la vida nuevamente con sus olores y colores característicos que se entremezclaban tan perfectamente en sus sentidos y afloraban en las malas noches, que con su inefable aroma enamoraba desde la distancia a aquel que después de ese incidente se convertiría en el más joven capitán de Tazones, y que luego de un par de años lograra la pared del bar Jema por encabezar la pesca del pueblo por 2 años consecutivos.
Al parecer aquel día trágico había pactado con el mar, había hecho las paces y le había hecho el amor a aquellas sañudas aguas, que nunca olvidan los pactos y a veces con infamia perdían el interés en los capitanes y esperaban al siguiente joven.
Era hora de zarpar, buscar nuevas aguas, más violentas tal vez, más traicioneras quizás, más calmas jamás. Ya nada le aguardaba en ese mar que lo había olvidado y convertido en un amargado borracho que gastaba lo poco que conseguía de la pesca en Whiskey asequible. -Sacrifiquemos el hígado, tal vez este indomable mar se apiada de nuestras almas-, gritaba al entrar a Jema, ya borracho. Nuestra era terminó, estas aguas no nos quieren más. ¿Estaba dispuesto a morir en esas aguas, en ese pueblo, en esa pobreza? Probablemente sí, pero decidió largarse de ahí siempre llevando en el corazón aquellas aguas, en sus ojos ese puerto, en su nariz aquellos pinos silvestres y en su mano, el suave tacto del timón cuando tenía el favor de aquellas benevolentes aguas. Y que no digan que al morir no lloró recordando los mejores días de su vida, ahogado en Whiskey con agua en el rebautizado La esperanza del perdedor, recordando. Que sí bien su barco abandonó esas aguas, él nunca pudo.
Pero que nunca digan que no disfrutó sus días fuera de esas aguas, aunque de ellas jamás se pudo olvidar.
- Obra por Vincent van Gogh, De aflader in Arles

sábado, 2 de abril de 2016

La 14.

En el fútbol hay partidos, pero este es él partido. Los dos mejores jugadores del mundo se encuentran una vez más, con 2 de los mejores porteros del mundo; el orgullo de la minúscula centro américa y el orgullo de la apasionada sur américa. Por un lado la samba, la carne y la gambeta; al contrario los navegantes, la monarquía y los quesos; los mejores tridentes del deporte del proletariado, el que todos puede jugar incluso sin tener con que hacerlo. En donde la pasión bulle por cada falta, por cada toque, por cada grito, por cada gol.

Ahora nos quieren decir que el fútbol es el nuevo opio de los pueblos porque duerme a la gente. Perdónalos Galeano, perdona a esos intelectuales de sofá que no saben lo que dicen; sólo para citarlo "Yo no soy más que un mendigo de buen fútbol. Voy por el mundo, sombrero en mano, y en los estadios suplico una linda jugadita por amor de Dios. Y cuando el buen fútbol ocurre, agradezco el milagro sin que me importe un rábano cuál es el club o el país que me lo ofrece". Y así estamos aquí, fanáticos de la Vieja señora, de los diablos rojos, de los Bosteros, de los bombarderos; todos pendientes de lo que sigue, de lo que tienen que ofrecer ahora para entretenernos, para divertirnos, para apasionarnos.


El fútbol es eso que nos sale del pecho cuando creemos, cuando respiramos. El fútbol es cuando caminamos bajo la lluvia, cuando 20 años después seguimos lamentando el penal fallado por el divino en la final del mundial, es cuando la mitad de un estadio o todo el estadio canta a coro, el fútbol es nuestra identidad y nuestra piel, esos colores que no se borran con nada, tatuajes en el pecho, el fútbol es estar vivo.

Quieren culpar al fútbol por la pasión que despierta, por las peleas y sinsentidos que provoca. Querer opacar el fútbol es querer opacar el amor, la pasión, al humano. Prohibamos al amor de pareja por todas la peleas que provoca; prohibamos la música por los descontentos que la acusan; prohibamos la política porque nunca nadie está de acuerdo; prohibamos ser humanos.


Y aquí estamos los locos esperando la próxima gambeta, el próximo gol en esta noche mágica en donde se hace homenaje a uno de esos locos que cambiaron el deporte, el 14, el inventor del juego por las bandas, el técnico adentro de la cancha, el que todos de pequeños quisimos ser, el Johan, esto es para vos.

sábado, 19 de marzo de 2016

Soledad

Y estaba tan loco que le gustaba escuchar el silencio
y en la noche deslizarse entre sus recuerdos tristes,
alejándose cada vez más de la insana realidad que lo ataba
porque sus recuerdos eran prisión y su mente libertad, imaginación.

Y era tan loco que le encantaba en la lluvia mojarse,
purificarse a si mismo con jugo de los cielos,
caminaba rápido para llegar a sus destinos hasta que la lluvia lo frenaba,
disfrutaría cada momento cuál si fuera el primero.

Y estaba tan loco que no existía el tiempo al escribir,
porque recordaba futuros y auguraba lo que había vivido,
estaba, está y estará loco de la vida y de la piel,
porque el sol se enfriaba en su piel, aquella piel oscura.

Y porque estuvo loco al bajar aquí a buscarme y encontrarme
aquello que lo mata lentamente cada día de su lamentable vida,
loco está al quedarse aquí conmigo y nadie más que él y yo,
en dónde todos se vuelven locos vivirá, porque loco estuvo por mí...

sábado, 26 de diciembre de 2015

Historia de Navidad.

Hay historias para cada época del año y yo creo que para cada día también. Historias de amor, de horror, de suspenso y de ficción. Cuando se trata de escribir estas historias hay muchas formas de comenzar y de terminar, pero ésta quedará tradicional y como muchas otras.

Había una vez una niña que soñaba con ser detective para poder atrapar a los malos, ella quería poder ayudar a las personas que lo merecían y castigar a los que atacaban a la gente buena. Veía muchos programas sobre policías y leía muchas novelas policiales, le encantaban. Como toda niña inocente, en sus inicios creía en Santa Claus, un hombre bueno que daba cosas buenas a los niños que lo merecían y carbón a los niños que se habían portado mal. Para ella, este personaje era como un detective que sabía todo sobre los niños, y así podía recompensar y castigar según lo que merecieran.
Al crecer se dio cuenta que la vida no es así, que la justicia divina no existe y que al final son los malos los que reciben las recompensas y los buenos son los castigados. Esto lo aprendió de la forma más siniestra.

Ya era una mujer que se había convertido en doctora y así podía ayudar a la gente que lo necesitara. Tenía una hija de 3 años y vivían felices con su esposo en un suburbio alejado de la gran ciudad.
En el día de navidad su esposo estaba de viaje por lo que lo tendrían que pasar sólo su linda hija y ella en la gran casa. Ya era tarde y su hija estaba por dormir, habían cenado pavo y hablado con el padre por video llamada, pasando una buena navidad. Mientras la niña correteaba y la madre arreglaba sus cosas para dormir, escuchó un ruido que venía del patio. Dejó a la niña corriendo mientras ella se aseguraba que no era nada lo que estaba en el patio, y así fue, comprobó que no era más que un gato que pasaba y había dejado caer unas plantas. Cuando regresó su hija no estaba, ella desesperada comenzó a buscarla y a hablarle, cuando la niña no respondía sus desesperación aumentó y comenzó a gritarle, buscaba y buscaba por toda la casa pero no había nada, buscó en cada habitación de la casa, bajo los muebles, sobre ellos y no encontraba a su niña. Finalmente encontró un pequeño calcetín que la niña usaba ese día, estaba cerca de la cocina. Cuando lo levantó notó que tenía sangre y que el suelo estaba lleno de sangre, su terror aumento mientras un escalofrió le recorría desde los pies, subía por sus piernas y su espalda y terminaba en la parte alta de la cabeza erizando cada vello de su cuerpo. Trató de girar y correr a buscar a su hija pero ya era tarde, la tomaron por la espalda aprisionándola y tapándole la boca para que no gritara, no podía ver quién era el que estaba haciendo eso, pero si podía sentir su barba y su gran estomago que rozaba su espalda y cuando forcejeaba unas campanas sonaban.
Una voz le dijo al oído: -Jo jo jo, feliz navidad. Tu hija será un bonito recuerdo, y recuerda portarte bien para que esto no vuelva a pasar, cuidado con lo que haces pues todo regresa.
Al escuchar estás palabras lanzó un grito que se escuchó por todo el suburbio, su hija corrió hacia ella. Ella se tranquilizó y se dio cuenta que había sido nada más que un sueño, abrazó a su hija muy fuerte y le dijo cuanto la quería, que esa noche iba a dormir con mamá, lo que puso a la niña muy feliz.

Entrada la noche y cuando estaban ambas dormidas, un fuerte ruido la despertó, venía del patio.

Así que no olviden cerrar muy bien las puertas y las ventanas, y si tienen chimenea recuerden taparla muy bien, así evitarán visitas no deseadas, felices fiestas.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Un día en el paraíso.


Era un lugar sucio y deteriorado en donde los de bajos ingresos y menos educados pueden ahogar las penas y devorar los deseos más ocultos. Las mancuspias de las que hablaba Cortázar corrían por el lugar como si fueran los dueños. En la esquina un hombre sentado, como estatua, que yacía ahí volando con una heroína prohibida hacia el más allá, en donde los sueños olvidados y las metas destruidas bailan juntas y puedes llegar a ser quien sea y hacer lo que quieras, al menos mientras danzas con ella. Al entrar se sientan en la mesa exclusiva del dueño de este pedazo de paraíso terrenal, un antiguo amigo del colegio que gano este lugar en una apuesta. Al sentarse se acerca una pequeña princesa, esbelta y de cabellos lisos y oscuros, con ojos como alguna galaxia lejana y que el ser humano no ha visto aún, apenas 11 años y ésta pequeña princesa ya tiene sus aspiraciones rotas, al igual que su himen, rotos el mismo día por el dueño de este lugar que es el segundo círculo del infierno.
Piden un par de cervezas y hablan con el demonio mientras la espuma burbujeante desciende por el vaso helado, repleto de néctar de los cielos.
La noche transcurre y las cervezas van y vienen, la conversación cada vez más estúpida, difícil de entender, sin sentido. Cerveza tras cerveza mientras en el cuarto de atrás el placer desbordante, escondido tras cortinas de colores llamativos, hombres entran y salen, tomando turnos para olvidarse de la doncella que los rechaza con semejante olor a alcohol, ya sin dinero, sólo con deseo, lujuria. ¡Un verdadero paraíso! Aquí no le importa a nadie cuanto ganas, si eres bien parecido, si apestas, ni quiera si has tomado una ducha en la última semana, que hombre no amaría este lugar celestial en donde ángeles pequeños danzan a tu alrededor con cervezas, el humo denso del cigarrillo te nubla la vista y no puedes ver las cicatrices en sus rostros y cuerpo, claro, el sádico de nuestro amigo así lo quiere, siendo él el responsable de semejante crimen contra la belleza de esos pequeños ángeles en la tierra.
Al llegar cerca la hora en la que los cerdos se acercan para asegurarse que el lugar cierre al público se acercan unos caballeros, con pinta de delincuentes, pero y en este lugar a quién le importa. El administrador pasa un par de dioses verdes en las manos de estos distinguidos caballeros para que alejen a los cerdos azules una noche más, el paraíso no debe descansar ¡Que siga la fiesta!
Luego de que los humos del alcohol llegaran a su máximo nivel, los amigos que estaban sentados en la mesa especial se levantan, claro sin pagar, uno de los grandes beneficios de ser amigos del dueño del agujero del diablo, sin antes darle un gran y largo beso a uno de los ángeles que pasaban cerca mientras sus manos se aventuran a donde tantos otros han estado antes. Es hora de irnos, es hora de descansar, colgar el placer por un instante, dormir bien y regresar mañana, tengo un papel que hacer mañana, mi mejor obra, soy el personaje principal y sin mí no se puede hacer más, después de todo ¿Qué es una familia sin su cabeza?

viernes, 20 de noviembre de 2015

Oda a la locura


Mi relámpago fugaz, cuantas de mis páginas, cuantas letras llevan tú nombre,
Escrito por mis dedos desnudos, pero con otras letras.

Mientras florece la semilla de lo más hermoso
Que da la tierra, los sueños de los niños nacen, y el pasado
De los mayores resplandece.
La montaña más alta penetra la tranquilidad
Del horizonte quedo,
Mientras gasto mis dedos en ti.
Escribo para ti, cual si fueras mía, pero no nací para conformarme,
Poetas tercos que gustan de amores pasajeros
Que no tienen fuerza de mantener, culpando al amor,
Al destino, y a los dioses, torpes incapaces y
Débiles de amor.

Cómo la raíz del roble has entrado en mí,
Y te iras hasta que quieras irte,
Volando con las alas que he tejido para ti, con mi amor,
Con mi lujuria, con mi piel, con mis letras.

En mis sueños vi a tu Dios, y me dijo que había nacido para ti,
Le presenté al mío. Torpeza al hablar, cuando lo conoció, caminó
Por el sendero de la locura por una vida. –Oh débil Dios -dije-
No sabes que la locura es eterna, ella es declarada en mi dios,
No he conocido a otro.

Su sonrisa vuelve locos a los hombres y sus ojos los hacen soñar
Una eternidad, mi Dios, oculto en ti está,
Mi diosa, por lo que mis manos he de desgastar
Y mi corazón destinado a perecer con ella.
Feliz a su destino no esperado, encontrarme con ella en la eternidad,
Nunca mía, siempre suyo.

El gorrión matutino despierta pensando en ella,
Se aloja en mí y sólo  sale para cantar alabanzas de guerra,
Para la diosa de la locura, mi musa que nunca lo será.


viernes, 6 de noviembre de 2015

Miedo a la oscuridad.


Cuando eres un empleado en una cocina, la oscuridad se vuelve tu amiga. Todos los días me despertaba alrededor de las 3:00 am, no hay más luz que la de mi habitación a esas horas. Luego al salir a la calle te acostumbras a las sombras extrañas, a caminar y escuchar únicamente tus pasos, muchas veces el eco te juega una mala pasada y crees que te siguen, que hay algo atrás de ti, persiguiéndote, para comerte, devorarte. Juegos de niños. Aprendes a ignorar las sombras moverse a tu alrededor, a pasar inadvertidas las miradas que te persiguen, a las ramas de los árboles que como garras quieren apresarte con sus sombras, al llanto de bebes a lo lejos, de risas estridentes, de personas corriendo, pocos lo entenderán.

Un día cualquiera caminaba y escuchaba que me seguían, eran los zapatos nuevos con suela dura que hacían crujir el suelo, cada pequeña piedra retumbaba en el silencio de la madrugada. Había escuchado muchas cosas en mis años en esa cocina, pero nunca lo que escuche ese día. Una voz muy leve, como una brisa que pasa a tu lado como si nada… -Corre- me dijo. Me detuve por un momento, pues nunca había escuchado una voz, trate de escucharla nuevamente… nada. -Corre tonto- me detuve nuevamente para saber de dónde venía la voz, busque en derredor mío y no había nadie más que oscuridad, luego escuche una risa a lo lejos, muy estridente. Volví mi vista y no vi nada. Unos pasos se escucharon a lo lejos, como si alguien comenzara a correr, y unos cascabeles, cómo si la persona que corría estuviera cubierta de cascabeles, y corría, corría hacia mí. –Corre- nuevamente. No había que pensar más, comencé a correr como un poseso hacía el lado opuesto de los cascabeles, corrí como nunca, los cascabeles se acercaban, los pasos se hacían más fuertes, se acercaba, lo pies enormes tras de mí, de nuevo… Luego de un momento comencé a cansarme, el tabaco, el alcohol, el desvelo… Los cascabeles sonaban cada vez más fuerte, escuchaba su respiración atrás de mí, cansada pero hambrienta, y sonreía, no sé cómo, pero lo sabía. Una sonrisa enorme, roja, con carcajadas. Trate de seguir, con mi último aliento llegue a la parada del autobús, nadie estaba, escuchaba las cascabeles y las pisadas cada vez más cerca, cuando lo vi… mi salvación, un autobús venía, corrí hacia él y salte dentro. Por supuesto nunca nadie me creyó, desde ese día le temo a la oscuridad, y a lo que contiene.