Mi relámpago fugaz, cuantas de mis páginas, cuantas letras
llevan tú nombre,
Escrito por mis dedos
desnudos, pero con otras letras.
Mientras florece la semilla de lo más hermoso
Que da la tierra, los sueños de los niños
nacen, y el pasado
De los mayores resplandece.
La montaña más alta penetra la tranquilidad
Del horizonte quedo,
Mientras gasto mis
dedos en ti.
Escribo para ti, cual si fueras mía, pero no
nací para conformarme,
Poetas tercos que gustan de amores pasajeros
Que no tienen fuerza de mantener, culpando al
amor,
Al destino, y a los dioses, torpes incapaces y
Débiles de amor.
Cómo la raíz del roble has entrado en mí,
Y te iras hasta que quieras irte,
Volando con las alas que he tejido para ti, con
mi amor,
Con mi lujuria, con mi
piel, con mis letras.
En mis sueños vi a tu Dios, y me dijo que había
nacido para ti,
Le presenté al mío. Torpeza al hablar, cuando
lo conoció, caminó
Por el sendero de la locura por una vida. –Oh
débil Dios -dije-
No sabes que la locura es eterna, ella es
declarada en mi dios,
No he conocido a otro.
Su sonrisa vuelve locos a los hombres y sus
ojos los hacen soñar
Una eternidad, mi Dios, oculto en ti está,
Mi diosa, por lo que mis
manos he de desgastar
Y mi corazón destinado
a perecer con ella.
Feliz a su destino no esperado, encontrarme con
ella en la eternidad,
Nunca mía, siempre suyo.
El gorrión matutino despierta pensando en ella,
Se aloja en mí y sólo sale para cantar alabanzas de guerra,
Para la diosa de la locura, mi musa que
nunca lo será.